domingo, 8 de febrero de 2009

Opinión personal sobre la asignatura.

La asignatura me ha parecido muy interesante desde el principio. Elegí Historia Económica de la Edad Moderna porque unos compañeros me la aconsejaron y me hablaron muy bien de ella y la verdad que ha sido así.

Por primera vez en la universidad, me he podido sentir como un historiador, el método de trabajo del profesor David Alonso me ha ayudado muchísimo a comprender con creces en la materia (antes de escoger esta optativa, no era muy experto en ello) y meternos de lleno en nuestro trabajo. Tal ha sido mi gratitud a lo que he aprendido en estos meses, que a la hora de estudiar los demás exámenes en relación a esta época, ha sido mucho más ameno y compresible.

Al igual que algunos de mis compañeros, valoro las ganas de trabajar y el compromiso del profesor, que a pesar de pensar al principio de curso lo difícil que me resultaría lo del blog, los trabajos semanales, y exposiciones, me originó un gran interés a medida que pasaba el tiempo. Además, la participación del alumnado es esencial en nuestra carrera para una mayor formación y estos meses han sido muy bien aprovechados.

Para terminar, en cuanto a la Historia Económica, he de reconocer que me causaba mucho respeto porque no tenía un nivel ni mucho menos excesivo en esta disciplina. Ahora tampoco lo tengo pero si he aprendido bastantes conocimientos que me causan un gran interés ayudándome para los próximos años.

Espero tener en el futuro esta satisfacción en la carrera con otras asignaturas y otros profesores como lo he tenido con esta. ¡Un saludo!

domingo, 1 de febrero de 2009

Opinión sobre la Asignatura

En primer lugar queria dar las gracias por las facilidades ofrecidas para la gente que trabaja (y levanta este país). La asignatura me ha parecido muy interesante. Por un lado la metodología está bastante mas alejada de las "clases magistrales" que en la mayoria de las asignaturas, lo cual fomenta la participacion del alumno, o para ser mas concreto su implicación. La verdad que lamento no haber podido asistir a mas clases, porque la forma de dar las clases de verdad que me ha parecido muy practica, no solo en cuanto a participación, sino también por poner ejemplos practicos y accesibles, lo que en temas económicos especialmente favorece mucho la comprensión. El trabajo en grupo, (muy fomentado al dejar tiempo para la reunión y con un cierto control del profesor) ha conseguido sin duda que se trabaje (o que uno se implique, repito) más de lo normal en una asignatura. La lluvia de ideas, otro practica interesante y sobretodo el exponer, es bastante ilustrativo de lo que supone explicar en clase (personalmente valoro más el trabajo de los profesores y demuestra que Einstein tenía razón y el tiempo es relativo -para el que escucha y el que explica-). Pero lo mejor de la asignatura ha sido la idea que se ha desarrollado a lo largo de todo el semestre, que es no dar por supuesto ideas preestablecidas sobre cualquier tema. es decir, mi concepto, por ejemplo, de la revolución industrial ha cambiado bastante, siendo una idea que me vienen repitiendo de la misma forma desde 4 de EGB, y que ahora ha cambiado y se ha ampliado. Lo que demuestra que debemos plantearnos las cosas y no darlas por supuesto (pensar esta infravalorado- en vez de aprender por que si). Por poner un pero, el tamaño del aula. Creo de verdad que un aula más pequeña adaptada al numero de personas facilitaria mucho una cierta intimidad entre los alumnos, que en una asignatura con este metodo de aprendizaje es fundamental. En resumen, volvería a coger está asignatura sin duda. Saludos!!

sábado, 31 de enero de 2009

OPINIÓN SOBRE LA ASIGNATURA

Cuando el profesor nos advirtió de que debíamos resumir lo que la asignatura Historia Económica de la Edad Moderna había supuesto para nosotros, me pareció imposible de plasmarlo en unas resumidas palabras, e incluso ahora, ordenar mis ideas me supone un gran reto.
Para empezar, me gustaría destacar ante todo la metodología utilizada por David Alonso para impartir la asignatura. Desde el primer día, la opción de realizar un trabajo me sorprendió para bien y a estas alturas me alegro aún más de haberla elegido. Creo que este método de trabajo continuo supera con creces la simple memorización de un temario del cual suele quedar muy poco en tu cabeza tras hacer el examen. En cambio, con la elección de un tema que llama tu atención, ya la obligación desaparece y aprendes mucho más, siendo mejor tu disposición y entrega.
El trabajo sobre la crisis del XVII me pareció en un primer momento muy denso, de hecho, ninguno de los componentes del grupo sabíamos cómo enfocarlo de manera que pudiéramos englobar todos los aspectos elementales de la cuestión adecuándolos al nivel que se requería. Pero el trabajo diario de todos posibilitó que nuestro esquema pasara a ser algo contundente por fin. Esta dedicación cotidiana sirvió para ir acrecentando cada vez más mi interés por el tema, pues cuanto más sabes, más deseas conocer. Así podría decirse que, a estas alturas mi conocimiento sobre la economía en la Edad Moderna supere seguramente el de otras materias impartidas en cursos anteriores o en este mismo cuatrimestre de las que ya me examiné y dejé prácticamente “aparcadas”. En relación con esto, también quiero destacar la forma de impartir las clases, pues tanto la dedicación y paciencia del profesor como los debates entre los compañeros me han ayudado a aumentar mis conocimientos sobre todo el temario recogido y no sólo sobre el elegido para el trabajo. También la creación de un blog y la realización de memorias semanales me parece un buen método pues te obliga a ser constante en tu esfuerzo por encontrar nuevas fuentes y por manejar bibliografía, algo que nos será muy útil en nuestra carrera. Aquí debo hacer mención del esfuerzo del profesor por supervisar continuamente nuestros avances para indicarnos el camino a seguir.
A nivel personal, esta metodología nos ha ayudado a conectar mejor con nuestros compañeros, a conocernos más aunque cuatro meses puedan resultar escasos. Debo agradecer, sobre todo a mis compañeros de grupo, sus aportaciones, de las que siempre aprendía algo nuevo y el buen ambiente que creamos en el grupo, consiguiendo que trabajar no supusiera ningún esfuerzo.
En cuanto al temario de la asignatura, me ha parecido muy interesante. He de admitir que nunca pensé que la economía llegase a llamar tanto mi atención, pues cuando la cursé en Bachillerato, quedaba bastante lejos de mis asignaturas favoritas. Pero en este curso, al ser una economía contextualizada en la Edad Moderna, que es una de mis pasiones, la materia ha conseguido captar mi interés totalmente. A modo de anécdota personal, puedo afirmar que ahora en los exámenes de otras asignaturas elijo los temas de economía y sociedad, dejando a un lado los de política. Quizás esto también se deba a que mis conocimientos sobre la economía en la Edad Moderna me han servido para complementar muchas veces los temas de Historia Contemporánea, pues ya hemos visto que el capitalismo que nos rodea, el liberalismo económico de Adam Smith, se ha consagrado en el mundo contemporáneo.
En conclusión, la experiencia ha sido muy gratificante y no dudaría en volver a elegir la asignatura si pudiera.

viernes, 30 de enero de 2009

La asignatura “Economía en la Edad Moderna” en este primer cuatrimestre, ha sido realmente interesante. Con esta asignatura sumo tres optativas de la especialidad de Historia Moderna y la verdad las tres han sido productivas e interesantes. Esta asignatura presentó una metodología de trabajo diferente a las otras dos optativas (Historia social e Historia de la cultura y mentalidad) pero para mi ha sido tan válido el método. Ya en plena campaña de exámenes, preparando una asignatura de Historia Contemporánea, me he encontrado con que ciertos historiadores sobre los que he trabajado por exigencias de esta asignatura, cobran cierta relevancia también para esta etapa. Resulta gratificante que los nombres te suenen y poder relacionar unas opiniones con otras, saber cual es la opinión de ese autor sobre otras cuestiones puede ayudar a entender otra opinión suya sobre otros aspectos.
Considero que he aprendido cosas, que no han sido datos en sí, ni fechas concretas. La constancia en la investigación me llevó a buscar semana tras semana libros en la biblioteca y me asombre realmente con la bibliografía que reuní. Por supuesto no he leído obras completas, ni todas las que figuran en el trabajo y las memorias, pero me han servido para el trabajo o las clases, y siempre alguna consultada queda sin citar. Pero ese simple hecho de consultar, buscar lo importante, seleccionarlo, comprenderlo, ha supuesto un esfuerzo por mi parte del que realmente me siento orgullosa y me gustaría que esta metodología de trabajo se aplicara en otras asignaturas. Cuanto mayor es el nivel de exigencia, más trabajas y por tanto más aprendes, siempre ha sido así y esta metodología de trabajo lo corrobora.
Por otro lado agradecer a mis compañeros del grupo “Crisis en el siglo XVII” su empeño, su apoyo y su constancia. De ellos he aprendido mucho y con ellos me he divertido mucho por ello, gracias. Otro punto a favor de la metodología escogida por el profesor.
Por ultimo agradecerle al profesor David Alonso que semana a semana haya seguido nuestro trabajo a través de las memorias, los blogs y a la vez haya impartido el temario. Han sido unas clases muy interesantes y lo que quisiera destacar es que en ellas he aprendido a expresar mi opinión delante de toda la clase por primera vez en tres años en la universidad.

domingo, 25 de enero de 2009

La Banca y la Hacienda


-Los Cambistas-


LA BANCA

Lo primero a lo que hay que hacer referencia a la hora de hablar de la banca de los siglos XVI y XVII es a los asientos, instrumentos de crédito por antonomasia, y que eran utilizados por los monarcas. Consistían en un contrato de crédito entre la monarquía y un gran banquero, que solía ser alemán, genovés, en algún caso florentino, o español, caso de los Dueñas. Es de destacar también el hecho de que el interés mencionado en estos asientos solía ser menor que el real, pues normalmente los monarcas no cumplían puntualmente con sus pagos, por lo que la tasa de ese interés ascendía.
La monarquía de los siglos XVI y XVII siempre dependió de créditos, y cada vez más, sobre todo para la financiación de campañas, y del pago de mercedes; es decir, el Estado Moderno conllevaba una gran cantidad de gastos que hacía necesario a los reyes la contratación de estos préstamos. Los grandes créditos contraídos por los soberanos podemos remontarlos, en España, a la época de los Reyes Católicos (aunque hay evidencias que parecen demostrar que ya Enrique IV mantuvo contactos con la gran banca), quienes financiaron gran parte de su política exterior a través de asientos, firmados con casas de banqueros principalmente genovesas, como los Centurión los Doria, los Grimaldi, los Ytaliano, y los Carducci (Carducho). Fue Centurión quien, por ejemplo, financió la dote de Catalina de Aragón cuando fue a Inglaterra para casarse con el príncipe Arturo.
Con Carlos V tenemos asientos principalmente firmados con banqueros de dos nacionalidades, aunque fueron los alemanes los que concedieron más créditos al emperador :
1) Italianos:
1. Genoveses: Como los Riberol (que ya ofrecieron créditos a los Reyes Católicos), los Doria, los Centurión (que financiaron la dote de la infanta Catalina), los Grimaldi, los Negro, los Bastida, los Grillo, los Catano, los Spinola.
2. Florentinos: Los Carduccci.
2) Alemanes: Radicados principalmente en Augsburgo (llamada Augusta por los documentos de la época), y de los que destacan los Fugger (Augsburgo) o Fúcares, y los Weltzer o Bélzares. Se puede decir aquí que el primer choque entre Carlos V y los castellanos se produjo a la hora de financiar la candidatura de Carlos I al trono imperial, que al final fue cubierta por un préstamo de los Fúcares.
Con Felipe II destacan los banqueros genoveses, siguiendo los Centurión, los Spínola, los Catano, y los Grillo. Comienzan también a adquirir importancia los financieros portugueses.
Todos estos créditos vienen motivados por el hecho de que los Habsburgo no tenían liquidez, por lo que debían recurrir a préstamos, avalados, en época de Carlos V, con los impuestos de España, de Italia (como las alcabalas, las rentas eclesiásticas, los servicios de las Cortes, etc.).
Posteriormente, la plata que llegaba de América pasó a convertirse en el aval de los créditos. Las famosas bancarrotas reforzaron, por otro lado, a los grandes banqueros, e hicieron caer a los medianos.
Hay que decir también que todos los grandes banqueros de los siglos XVI y XVII tenían agentes, llamados en España factores, por toda Europa, cuya misión era efectuar los cobros, vigilar a los deudores, y dar informes sobre los mismos.
Centrándonos en lo que es la descripción de la banca de los siglos XVI y XVII, hay que decir que sus orígenes están en Génova, y que va a tener su auge en la primera de esas dos centurias, pues, como se ha dicho, la administración de un Estado Moderno era muy costosa, convirtiéndose los monarcas en los grandes clientes de los bancos del momento.
Así, el nuevo sistema financiero que se construyó en el siglo XVI, y continuó en el XVII, vino definido por la potencia de la banca, debido a las posibilidades de crédito. Esa banca, por otro lado, se caracterizó por la concurrencia de tres factores:
1. Concentración: La gran banca se concentró en determinadas plazas, tales como Augsburgo, Génova y Amberes, que se configuraron en grandes centros financieros. Aparte de estos núcleos, se celebraban en determinados núcleos, ferias cuyo objetivo era la negociación de y acerca de los créditos, tanto públicos como privados. En España destacan en este aspecto las ferias de Medina del Campo y Villalón, celebradas varias veces al año. Para la monarquía española es también importante la feria de Besançon, situada estratégicamente en el centro del camino español que iba de Italia a Flandes. De esta manera se articula es sistema financiero y crediticio del siglo XVI.
2. Internacionalización: El sistema financiero de la época que tratamos tiene también grandes medios para llevar a cabo sus pagos internacionales.
3. Especialización: Existe una creciente especialización de la actividad financiera. Así, los grandes banqueros se especializaron en los grandes créditos a los Estados, que exigían una enorme preparación técnica, que obligaba a los bancos a tener unos sistemas de cobro y de control de los préstamos muy avanzados, que a veces causan asombro, y que se basaban en factores o agentes, y en colaboradores locales subsidiarios. Los bancos también se convirtieron en especialistas en medios de conversión de plata en oro, sobre todo los genoveses. Se cambiaba en proporción de 12 parte de plata por una de oro. Hay que tener en cuenta que en la época muchas personas exigían que les pagasen en oro, que era más fácil de transportar al tener que llevar menos que si les pagasen la misma cantidad en plata.
Concentración, internacionalización, y especialización adquirieron, pues, auge cuando en el siglo XVI Castilla se convirtió en el centro de la monarquía de los Habsburgo, una Castilla que gozaba de grandes recursos, pues era una zona rica por su agricultura, ganadería, artesanado, expansión demográfica, etc. Además, Castilla gozaba de un sistema que podríamos llamar constitucional, entre comillas, que era proclive a cobrar los impuestos periódicamente y con eficacia, en tanto que en otros reinos de la corona, como Aragón, el cobro de impuestos, y la imposición de tasas nuevas, era difícil a la corona. Esto permitió que los impuestos de Castilla sirvieran como aval. Además, de la corona castellana dependían la plata y el oro americanos.
Ahora bien, hay que decir que aunque las finanzas, la banca y el gran crédito iban dirigidas principalmente al Estado en los siglos que estudiamos, también había banqueros que cubrían las necesidades de los particulares, especialmente a los mercaderes y a fabricante de paños, lo que motivó que a fines del siglo XVI, y en el XVII apareciesen los seguros para cubrir los riesgos de las actividades comerciales, tales como el naufragio de barcos. Estamos también en una época en que comienzan a hacerse los primeros juegos malabares con las finanzas.
En resumen, no hay que olvidar que la clave de este desarrollo está en el déficit crónico de la monarquía de los Habsburgo. Por ello, el mayor desarrollo de todo el sistema bancario se inició en el siglo XVI.
Volviendo a un asunto anterior, hay que decir que el hecho del predominio de los banqueros genoveses en los préstamos hechos a Felipe II se debió a cuestiones de pago, pues tras 1570, la lucha en Flandes se hace más dura, y Felipe II debe reclutar nuevos ejércitos, que demandaban sus sueldos en oro. Sin embargo, Castilla era bastante rica en plata, pero no tenía el oro suficiente para afrontar el pago de soldados. Por ello, recurrió a los genoveses, quienes tenían unos mecanismos muy ágiles para convertir la plata en oro. El cambio, también hay que decirlo, fue uno de los grandes negocios de la época, estando los grandes cambistas emplazados en los centros financieros más importantes (en el caso de España en Burgos, Valladolid, Toledo y Sevilla). Las personas dedicadas al cambio solían hacer también negocios comerciales, colaborar en los pagos con la gran banca, y poseer arrendamientos fiscales. Los cambistas tenían también a veces una red local o regional.
Por lo que se refiere a la banca local, fue muy importante, la banca castellana llegó a tener bastante capacidad de crédito, siendo reglamentada para Castilla por los concejos o municipios, quienes concedían las licencias oportunas a los futuros banqueros, a los que se exigía poseer un capital inicial de 50.000 ducados, cifra que fue elevándose con el tiempo hasta llegar a los 200.000 ducados. Durante el siglo XVI la banca castellana fue concentrándose en unos pocos lugares, aunque Carretero piensa que ya estaba concentrada desde época de los Reyes Católicos: Valladolid, Medina del Campo, Madrid, Sevilla, Toledo, Burgos y, en menor medida, Ocaña, Almagro y Trujillo, serán sus principales plazas El negocio de la banca local consistía en la obtención de depósitos privados, a los que se daba de media entre un 5 y un 6 % de interés anual.
Los bancos locales fueron muy importantes en el S: XVI, entrando en crisis tras 1580, y principalmente en el siglo XVII. La quiebra de estas instituciones llevó también a la ruina a miles de pequeños y medianos ahorradores. La causa principal de la quiebra de las instituciones locales de banca fue su mala gestión (no se llevaban bien las cuentas, por ejemplo), además de la subida de los intereses que animó a muchos banqueros a conceder créditos de envergadura para los que no estaban preparados ni tenían capacidad. Así, los banqueros comenzaron a efectuar negocios con el Estado, pues generalmente los bancos locales trabajaban con pequeños y medianos clientes, tales como agricultores o comerciantes; sin embargo, vieron que el gran negocio era el préstamos al Estado, al que dieron la mayor parte de su capital. Todo fue bien hasta que en 1580, tiene lugar la primera de las bancarrotas de Felipe II que, junto con las siguientes, fortalecerán a los grandes bancos, quebrando las pequeñas y las medianas instituciones bancarias. En el siglo XVII, las quiebras de los pequeños bancos tendrá lugar también por la devaluación de moneda.
A estas dificultades de la pequeña y mediana banca hay que añadir un problema de mentalidad basado el hecho de que a fines del siglo XVI fue difícil para estos banqueros encontrar clientes que les depositaran su dinero, sobre todo en el mundo rural, ya que no estaba bien visto depositar el dinero en un banco para recibir interés a cambio. Esto provocó que el capital de las instituciones bancarias disminuyese, por lo que tuvieron que subir los tipos de interés, siendo el dinero cada vez más caro y escaso para estas instituciones.
No se puede generalizar sobre los tipos de interés al uso en la época, pero por término medio, si un privado prestaba al rey , recibía entre un 6% y un 8%; si el crédito lo prestaba un Concejo, también oscilaba el interés entre el 6% y el 8%; si el rey hacía un “secuestro” de mercancía proveniente de América, pagaba por ella un 4%. Sin embargo, en los grandes créditos internacionales se pagaba entre un 12% y un 14% de interés. En el siglo XVIII los tipos de interés bajaron mucho, siendo excepcionales los que superaban el 5%. Sólo en dicho siglo, cuando la monarquía ya no tenía crédito tuvo que pagar a la banca holandesa intereses más altos.
Mención especial merecen también los bancos de corte, que eran una realidad a fines del siglo XV, y muy principios del XVI. Sabemos que ya funcionaban en la época de los Reyes Católicos. Normalmente el banquero de corte era un particular que acompañaba a la monarquía, teniendo en ocasiones influencia sobre ella, dedicándose a prestarle dinero para solventar los gastos inmediatos de la casa real. Cuando ya llevaba prestada una determinada cantidad, el banquero de Corte presentaba el montante de sus créditos al tesorero real, quien le devolvía el dinero con interés. De entre los banqueros de corte destacó Martín de Salinas. La documentación de estos banqueros de corte proporciona una información muy rica sobre la forma de vida en la corte, así como los pagos del rey en concepto de gastos, mercedes y limosnas institucionales.
Los banqueros de corte llevaban con ello en parte la gestión estatal, sustituyendo a parte de la burocracia. Sin embargo, cuando el Estado Moderno se desarrolle, aumentando la corona su poder y su capacidad de gestión, estos bancos desaparecerán.


HACIENDA Y FISCALIDAD

LA HACIENDA. LO ORDINARIO Y LO EXTRAORDINARIO
El estudio de la fiscalidad, hasta hace unos años, venía concibiéndose exclusivamente como algo tendido a la medición del ingreso y el gasto; es decir, era un trabajo puramente de medición. Sin embargo, desde hace algunas décadas, se ha pasado a analizar algunos aspectos más, relacionados con la Hacienda, intentando imbricar cada modelo fiscal con la sociedad en la que se desarrolla, estudiando la influencia de ese modelo en la vida económica. Se ha pasado también a analizar otros temas, como la redistribución fiscal, la influencia de los impuestos directos e indirectos sobre el consumo, los precios, el volumen de ventas, etc. Así, se ha tratado también la cuestión de si un impuesto ha sido capaz de descapitalizar un país. Ahora bien, en estos campos queda aún mucho por estudiar.
La Hacienda en el Antiguo Régimen se va a organizar en función de dos conceptos básicos:
1) Los Ingresos Ordinarios: Que son los ingresos que cotidianamente recauda el poder político, o lo que es lo mismo, el rey, en concepto de su propio sostenimiento. Además, los soberanos tenían un derecho, el del imperium, por el cual podían exigir a sus súbditos ciertos pagos. Un ejemplo de impuestos indirectos son las alcabalas. Veamos algunos de los conceptos de los que se obtenían los ingresos ordinarios:
1. Las alcabalas: Relacionadas con el encabezamiento, que era un sistema para el cobro de impuestos. Así, el encabezamiento de las alcabalas constituía una de las fuentes de ingresos más importante de la monarquía, y gravaba las transmisiones y compraventas (generalmente, todo lo que se compraba o vendía estaba sujeto a alcabala), fijándose su tasa generalmente en un 10% (un 5% debía pagar el vendedor, y el otro 5% el comprador), aunque la corona solía recibir algo menos, por el propio sistema de cobro. Pasemos a hablar del arrendamiento y del encabezamiento, que es una forma para recaudar impuestos pronto y bien: hay que tener en cuenta, que en la época, el rey no tenía fórmulas que le permitieran un control exhaustivo del cobro de impuestos, por lo cual, la monarquía solía tomar alguna de estas dos opciones:
 El arrendamiento: La monarquía solía arrendar, mediante subasta, los impuestos a particulares (esto es lo que se llama arrendamiento), quienes pagaban a la corona una cantidad acordada, a cambio de que ésta les concediese el derecho a cobrar un determinado impuesto. Naturalmente, estos particulares esperaban obtener con ese impuesto una cantidad mayor que la que habían pagado a la corona, la cual obtenía menos ingresos de los que le correspondían. El sistema de arrendamiento, además, encarecía todo.
 El encabezamiento: Aparte de arrendar, la corona podía encabezar, siguiendo el proceso que se explica: los concejos municipales hacían una estimación de lo que se iba a recoger por el impuesto que se quería encabezar, generalmente a la baja, presentando al rey sus resultados, y acordando pagarle una determinada cantidad que, insistimos, era menor a la que en realidad se recogía. Luego, una vez se pagaba a la corona, el concejo se encargaba de distribuir entre los ciudadanos la can-tidad a pagar. Para asegurarse el cobro de las alcabalas, lo que solían hacer los concejos que, hay que tener en cuenta que tenían el derecho de venta de productos básicos, como la carne, el vino, etc., era cobrar al que compraba el derecho de venta de esos productos, una cantidad en concepto de alcabala, encargándose el que adquiría el derecho sobre ese producto, de cobrar la parte correspondiente del impuesto a las personas a las que se lo vendía.
2. Las rentas estancadas: En el siglo XVII va a empezar a haber otro tipo de ingresos, provenientes del monopolio que la corona tenía sobre la producción, promoción, y ven-ta, de ciertos productos, como:
 La sal.
 El tabaco.
 El papel sellado, origen de las posteriores pólizas. El papel sellado consistía en una hoja más grande que un folio actual, era un pliego, en el que aparecía la cantidad que costaba, y las armas del rey; su venta estaba limitada a tiendas autorizadas. La utilización del papel sellado era obligatoria en cualquier documento administrativo.
 Los naipes: el que la venta de naipes estuviese monopolizada por el Estado era señal de que se jugaba muchísimo, como también se demuestra a partir de las protestas surgidas en las Cortes, desde la época de los Reyes Católicos, tendentes a que el rey promulgase pragmáticas que regularan el uso y abuso de los juegos.
 La lotería: es quizá una de las ultimas rentas estancadas que se incorporan, pues apareció en 1763, reinando Carlos III. El origen de la lotería era italiano.
 La goma de pegar, muy usada por los pintores en sus cuadros, y bastante cara.
 El azufre, y todos los productos relacionados con la fabricación de la pólvora.
 El aguardiente, cuyo monopolio por parte del Estado fue cedido, durante breve tiempo, a los municipios, en época de Carlos III, pero la experiencia fracasó, y el control de este producto pasó de nuevo a la corona.
3. La renta de aduanas: Este impuesto se basaba en los aranceles que se imponían a las mercancías.
4. El almojarifazgo: Siendo el más importante el almojarifazgo de Sevilla, pues era allí donde se controlaba el tráfico de Indias.
5. El donativo: Es una de las rentas impuestas por Felipe IV para subsanar el déficit crónico del período, y que no era sino una forma para hacer pagar a la aristocracia, y a los privilegiados, quienes, en virtud de este concepto, aportaban voluntariamente dinero al Estado. Sin embargo, el rey acabó al final haciendo relaciones de las rentas que cobraba cada uno de estos privilegiados, para determinar lo que cada uno debía pagarle.
6. La annata y la media annata: Son rentas procedentes de los funcionarios, a quienes, en el caso de la media annata, se les quitaba la mitad de sus sueldo del primer año en que ejercían su cargo, y en el caso de la annata, se les retenía la totalidad del mismo.
7. Los préstamos patrióticos: Propios de finales del siglo XVIII, eran préstamos sin interés que particulares pudientes hacían al Estado.
2) Los Ingresos Extraordinarios: Son ingresos que no dependían del monarca, quien, si quería imponer tasas extra, o lo que es lo mismo, si necesitaba más dinero del que le daban los impuestos ordinarios, debía pedírselos a ciertas instituciones, generalmente a las Cortes, y también al papado o la Iglesia. La existencia de estas contribuciones se debían al permanente déficit de la Hacienda real, que hacía que los monarcas necesitasen dinero para sus acciones exteriores. Un caso de ingresos extraordinarios podía ser el siguiente: el rey desea llevar a cabo una campaña contra los herejes, y necesita dinero para llevarla a cabo, por lo que convoca a las Cortes y les expone el problema, llegando a un acuerdo con ellas; si no se llega a ningún acuerdo, el rey no recibe ningún dinero. Hay que decir que un ingreso extraordinario no es técnicamente un impuesto, como sí lo son los ingresos ordinarios. En la práctica, lo que cada uno debía pagar en concepto de aportaciones extraordinarias era distribuido por las autoridades locales, quienes alteraban la capacidad fiscal, es, decir, distribuían las cantidades según sus intereses, defendiendo así los patrimonios oligárquicos, y surgiendo la corrupción. Los principales ingresos extraordinarios los obtenía el monarca a partir de las siguientes figuras:
1. El subsidio: Nacido de un pacto con la Iglesia, consistía en una donación que ésta otorgaba al rey para que reequilibrase su Hacienda.
2. La bula de cruzada: Esta figura procede de una tradición muy antigua, según la cual los cristianos deben ayudar a su rey en la defensa de la Santa Fe. Para cobrar esta bula de cruzada a las iglesias, o a los mismos feligreses, el rey debía obtener autorización del papa.
3. Los servicios de Cortes: Todos los monarcas de Europa recibían, en la época moderna, parte de sus ingresos extraordinarios a través de peticiones que realizaban a sus parlamentos. El servicio de Cortes lo otorgaban las Cortes de tradición hispánica, siendo muy importante el de Castilla. El procedimiento era el siguiente: el rey convocaba a las Cortes, y él mismo, o bien el presidente de esas Cortes en su nombre, pronunciaba un discurso en el que explicaba lo que ocurría en el terreno de la política exterior, y los proyectos que tenía de futuro, para los cuales pedía dinero a las Cortes, quienes debatían el asunto, llegando a un acuerdo con el monarca (si no había acuerdo, no había servicio), según el cual las primeras otorgaban al segundo el servicio de Cortes, que podía ser cobrado durante tres años, al cabo de los cuales, debía dejarse de cobrar; esta es la causa por la que en época moderna, las Cortes de Castilla solían convocarse cada tres años. Esto que hemos explicado es lo que se llamaban los servicios ordinarios de Cortes, pero tras 1538, Carlos V creó también el servicio extraordinario de Cortes, que iba aparte del ordinario, por lo que las Cortes solían, a partir de entonces, dedicar una parte del dinero que otorgaban al soberano al pago del servicio ordinario, y otra al del servicio extraordinario, el cual solía usarse para pagar la deuda de la monarquía, y fundamentalmente la deuda exterior, y también se solía utilizar para solucionar otros problemas de la política exterior. Por último, debe decirse que, en algunas ocasiones, las Cortes, para conceder al rey el servicio, exigían determinadas prestaciones del monarca. Los servicios de Cortes se usaron frecuentemente durante el siglo XVI, petrificándose, y cobrándose normalmente, sin necesidad de negociación, en el siglo XVII, para sobrevivir hasta el propio siglo XVIII.
4. Servicio de casamiento: Cantidad de dinero que otorgaban las Cortes al monarca cuando éste iba a contraer matrimonio. Este servicio se llamaba también el chapín de la reina.
5. Servicio de los millones: Fue creado por Felipe II bajo el pretexto del desastre de la invencible. Va a constituir este servicio de los millones, también concedido por las Cortes, la renta más importante de la monarquía española durante el siglo XVII, y se va a cobrar a base de imposiciones indirectas sobre el consumo de productos básicos, como la harina, el vino, el vinagre, y el aceite. Este servicio lo concedieron las Cortes a condición de que no se viniera abajo el sistema político y económico de la monarquía.
6. Del resto de los territorios europeos de la monarquía de los Habsburgo, como Flandes, Brabante, Artois, o Franco Condado, también los reyes recibían ayudas similares a los servicios, caso del don gratuito del Franco Condado, o de otros llamados también servicios o ayudas. En ocasiones, alguno de estos territorios concedía ayudas al monarca, a condición de que las invirtiera en esa zona, y no las sacara de allí.
Hay que decir, por último, que los servicios de Cortes son una de las fuentes de información fiscal, social y política más importantes para el siglo XVI, pues nos permiten conocer la corrupción, el sistema de pagos, el destino del dinero, etc.

martes, 20 de enero de 2009

Población y economía del siglo XVI y XVII

Este es un vídeo que he encontrado en una de las páginas más concurridas de internet. Me ha parecido interesante porque recoge los principales centros económicos de la Península y su especialización productiva. ¡Echadle un vistazo que sólo dura dos minutillos!
http://es.youtube.com/watch?v=itbYMtpev2Q

lunes, 19 de enero de 2009

La acumulación del capital y la burguesía:

Fuentes de capital:

Las instituciones económicas de los siglos anteriores intervenían fundamentalmente en el control sobre la tierra y el trabajo. Aunque estos factores de producción no perdieron su importancia en el siglo XVII se les unió el capital como ese tercer factor que ahora desempeñaba un papel lo suficientemente importante en gran parte de Europa como para asegurar el desarrollo de nuevas instituciones y costumbres.
Algunas economías ya no estaban rondando, a finales del XVII, los niveles de subsistencia. Además las necesidades de capital de la mayoría de las empresas industriales y comerciales no eran grandes. Existían instituciones para la fusión de capital de varios inversores y el crédito comercial completaba el capital de explotación de muchas empresas. El persistente descenso de las tasas de interés del siglo XVII nos da quizás lo que es el más claro apoyo para el punto de vista de que el capital no era especialmente escaso, ya que incluso existía un mercado de préstamos.
Cuando Marx asegura que “la separación del productor y los medios de producción” fue decisiva para el desarrollo de un mercado libre de trabajo y de un mercado interior-requisitos básicos de una economía capitalista- no podemos menos que estar de acuerdo. El proceso de estratificación social dado a lo largo de los siglos XVI y XVII tuvo el evidente resultado de fomentar las relaciones capitalistas en el campo.
La clave para la comprensión del creciente poder del capital no se encontrará en la búsqueda de fuentes exteriores de capital, más bien entronca con la solución al problema de conservar y mantener productivo el stock de capital ya existente. Era mayor la debilidad que tenía que superar la economía europea en lo referente a la mala inversión y al derroche de capital que en lo referente a su insuficiencia.


Las aspiraciones de la burguesía:

Todo esto nos lleva a un concepto erróneo: la burguesía ascendente. Las familias burguesas de la mayor parte de Europa, en caso de llegar a progresar realmente, se salían de la burguesía para integrarse en la aristocracia. Para muchas familias burguesas, el beneficio del capital invertido era mayor cuando se invertía en cargos militares, administrativos y judiciales, en dotes y en terrenos agrícolas.
Los representantes más notables de la burguesía del siglo XVII eran los innovadores comerciantes. Para los contemporáneos un grupo burgués aún más conspicuo era el de los financieros de buenas relaciones, particularmente aquellos que tenían tratos con el Estado. Ocultos detrás de este estrato superior de innovadores y financieros, había una cantidad mucho mayor de burgueses cuya actitud no sólo era económicamente pasiva sino totalmente fosilizada. Especialmente en las ciudades de provincias la burguesía era de todo menos una clase en ascenso, ya que su capital iba siendo encauzado hacia un sector no-capitalista e inerte, compuesto de tierras agrícolas, cargos administrativos y papel del Estado. Con cada crisis agrícola las familias urbanas acaparaban tierras de los campesinos y lo mismo hacía la vieja nobleza. Paso a paso una nueva nobleza se estaba formando sobre la base de cargos judiciales y administrativos, propiedad urbana, bonos del tesoro y tierras agrícolas.
Aquellas naciones que carecían de una rutilante aristocracia exenta de impuestos que se atrajera hacia sí el talento y el capital burgués se hallaban en mejor situación para el crecimiento económico.


Oportunidades de inversión:

Los usos burgueses que hemos descrito no eran solamente consecuencia de la aspiración a entrar a formar parte de la nobleza. También fue consecuencia de una economía con unas posibilidades de inversión excesivamente limitadas. Un comerciante próspero probablemente se encontraría con que su negocio no se podía expandir lo suficientemente rápido como para absorber su creciente acumulación de capital. En este contexto, el período 1650-1750 destaca como una época en la que se logra una expansión grande de las oportunidades de inversión.
La deuda pública era la más extendida de las opciones de inversión. Lo que se generalizó en el siglo XVII fue una deuda pública consolidada cuyos intereses se pagaban a través del presupuesto estatal, y en el que la deuda en forma de bonos era negociable. Esta forma menos arriesgada de prestar dinero al Estado atraía capital procedente de mucha más gente que los anteriores préstamos de los reyes.
Donde había bonos y anualidades del tesoro éstos suponían una mayor flexibilidad para las inversiones en valores de las familias burguesas, pero no todos sus efectos eran positivos. Cuando lograban atraer hacia sí grandes cantidades de capital procedente del comercio y recargaban los sistemas fiscales, generalmente regresivos, con el pago de intereses que iban a parar a manos de los acaudalados poseedores de bonos, estos instrumentos de la deuda reducían el nivel de empleo y a la vez redistribuían las rentas de los pobres a los ricos.
A parte de la deuda pública, nos encontramos en el siglo XVII un creciente mercado hipotecario que creció enormemente, tanto en la demanda de hipotecas como para el suministro de capital hipotecario a largo plazo. Pero, igual que ocurría con el aumento de la deuda pública, esta forma de inversión no beneficiaba inevitablemente a la clase media.
El mercado de bonos canalizó también gran cantidad de capital burgués hacia las compañías de acciones. Las compañías aumentaban cada vez más su capital emitiendo bonos, ya que unas tasas de interés reducidas les hacían ser una fuente más barata de capital que nuevas emisiones de acciones. La popularidad de las compañías de acciones culminó en un frenesí especulativo en 1719-20 y los precios de las acciones multiplicaron muchas veces sus valores nominales.


Créditos a corto plazo y bancos:

La creciente gama de oportunidades de inversión que se presentaban en el
curso de los siglos XVII y XVIII no quedaba limitada a inversiones a corto plazo. En una economía en la que el capital circulante superaba en mucho al capital fijo, era inevitable que las concesiones de crédito a corto plazo se constituyeran en una forma importante de inversión. Tal crédito quedaba reseñado en la letra de cambio, instrumento de crédito que databa de la Edad Media. A principios del siglo XVII el vencimiento de estas letras de cambio se producía entre uno y tres meses. Pero en el curso del siglo la creación de rutas comerciales más extensas tendió a alargar el plazo; para 1700 se había establecido el uso de plazos de seis a doce meses. En el siglo XVI los banqueros italianos empezaron a hacer negociables las letras y en el siglo siguiente esta práctica se extendió a la Europa septentrional. Así para el siglo XVIII las letras de cambio podían ser descontadas o endosadas.
La culminación de las innovaciones financieras vino con el establecimiento de los bancos públicos. En Italia, desde el medievo, muchas ciudades tenían bancos que servían a las necesidades de los comerciantes. No pretendían ser instituciones de crédito aunque algunos de ellos facilitaban créditos a las corporaciones municipales de su ciudad. Durante muchos siglos, la superioridad de las técnicas italianas había supuesto una considerable ventaja para sus comerciantes, pero en el siglo XVII las diferencias desaparecieron e incluso se invirtieron con la aparición de los primeros bancos públicos en el norte de Europa (Banco de Ámsterdam en 1609).

La burguesía ¿en auge o petrificándose?

El problema crónico de la mala inversión fue aliviado por la creciente gama de oportunidades de inversión. Tendrían que pasar otros cien años para que el capital se canalizara hacia la empresa industrial, pero el comercio y, en menor grado la agricultura, se beneficiaron de una abundante fuente de crédito bancario.
El impacto de estos avances progresivos no alcanzó a todos los rincones de Europa. En las capitales en auge se puede identificar un grupo burgués enérgico. Los arrendamientos del cobro de impuestos, préstamos al estado y la explotación de monopolios crearon una especie de capitalismo cortesano. La riqueza de los más ricos de estos capitalistas de corte excedía en mucho la fortuna conocida de los más ricos comerciantes o propietarios de manufacturas, pero no se puede inferir de ello que, en consecuencia, tuvieran un papel en asegurar directamente el triunfo de la verdadera economía capitalista. Al contrario, su posición era la de intermediarios entre los sectores capitalistas y no capitalistas de la economía. Su prosperidad requería la preservación de sistemas financieros retrógrados y de economías rurales. Estos importantes sectores de la burguesía muchas veces asumieron características aristocráticas, pero también se dio el movimiento contrario por el cual las familias nobles se involucraron fuertemente en la actividad burguesa de inversión de capitales.

La burguesía de la que se puede decir con propiedad que estaba en ascenso, consistía en aquellos comerciantes a comisión, comerciantes de industria a domicilio, comerciantes coloniales y otros que aprovecharon las nuevas oportunidades y el potencial reductor de costos de la industria rural. Los verdaderos industriales se hallaban todavía entre los burgueses más humildes. Una industria a gran escala era algo así como una gran curiosidad a principios del siglo XVIII.



DE VRIES, J.: La Economía de Europa en un período de crisis. 1600-1750.


Me he decidido a agregar esta entrada a mi blog porque me parece un tema interesante que no hemos llegado a tratar en clase. Además, la lectura de este capítulo de la obra de De Vries me ha ayudado a aclarar ciertas dudas sobre el capital y sus distintas modalidades de inversión, pues son términos que parecen muy actuales pero cuyo origen vemos que se sitúa en la Edad Moderna. Es destacable no sólo por su valor en materia económica, sino también porque recoge la influencia en la sociedad con el ascenso de la burguesía.